viernes, 30 de diciembre de 2011

Cadáver exquisito: La Locura Nunca Tuvo Maestro

Abro mis ojos y sin embargo no despierto. 
Te busco en libros y no te encuentro.
Te reflejas en el crepúsculo vespertino pero sólo sos sombra. 
Cuando miro los ojos de la gente
veo sus espiritus golpeando barrotes.
Todo parecía como antes, pero habíamos cambiado.
Mañana será otro día.
Una vez más,
bajo el fuego de mil soles,
un cuerpo desnudo trajo la noche.
¡Levántate! Despréndete de tus ropajes
Ya nada importa, ni siquiera quién sos.
Sólo te quedan las noches
y el recuerdo roto de
lo que quisiste ser y sentir.
Lo miro con ojos indefinidos,
ya no hay expresión en su voz.
En mi mente retorcida ya no estás
Y me pregunto si algún día aparecerás.
Es tiempo de olvidar.
Esto es un castigo, amor.
Cierro los ojos y al final
sobreviene la culpa,
siglos de martirio caen sobre mi
aplastando la monotonía de mi vida 
para siempre.

1 comentario:

  1. Esto es un castigo, amor.
    Cierro los ojos y al final
    sobreviene la culpa,
    siglos de martirio caen sobre mi
    aplastando la monotonía de mi vida
    para siempre.

    Terrible, quedó genial esta parte.
    Cuántas veces aún sin cerrar los ojos sobreviene la culpa, aplasta la monotonía y nos marchita para siempre... Maldita culpa!!!

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"Crepúsculo incesante y candente lleno de espectros y sombras resentidas porque la tarde fue seducida por aquel desvanecimiento infame conducido a través del insondable amanecer..."