domingo, 5 de febrero de 2012

Trilling - El significado de una idea literaria


Fragmento

Un espectro amenaza a nuestra cultura, es que la gente eventualmente será incapaz de decir "Se enamoraron y se casaron", sino como cosa habitual dirán que "sus impulsos libidinosos eran recíprocos, por lo que activaron sus tendencias eróticas individuales y las integraron en una misma trama de referencias".
Ahora bien, este no es el lenguaje del pensamiento abstracto ni de cualquier otra clase de pensamiento. Es el lenguaje de la negación del pensamiento. Pero es el lenguaje que se está desarrollando en razón del rango peculiar que nuestra cultura ha conferido al pensamiento abstracto. No puede haber duda alguna de que constituye una amenaza a las emociones y, de tal manera, a la vida.
El espectro de lo que este lenguaje supone nos ha amenazado desde el siglo XVIII. Cuando dice que la mente es "violada" por una idea, Elliot, como los románticos, simplemente esta anunciando su horror ante la perspectiva de la vida despojada de la espontaneidad y la realidad debido al intelectualismo.
Nosotros somos la gente de ideas y correctamente tememos que el intelecto evapore la sangre de nuestras venas y refrene la parte emotiva y creadora de la mente. Y aunque he dicho que el temor de una soberanía total del intelecto abstracto comenzó en el período romántico, nos estamos refiriendo aqui a la opsición de Pascal entre las dos facultades de la mente, en las que el espíritu de sutileza* tiene sus poderes heurísticos*1 no menos que el espíritu de geometría, poderes de descubrir y conocer que tienen un valor particular para la ubicación del hombre en la sociedad y el universo.
Pero llamarnos la gente de ideas es halagarnos. Más bien somos la gente de ideologías, lo que es my diferente. Las ideologías no son el producto del pensamiento; son el hábito o el ritual de mostrar respeto por ciertas fórmulas a las que por razones diversas que tienen que ver con la seguridad emotiva nos sentimos atados con lazos de cuyo significado y consecuencias no tenemos en la actualidad una comprensión clara.  Por lo tanto, nada tiene de extraño que cualquier teoría crítica que se considere al servicio de las emociones y de la vida misma vuelva una mirada estricta y celosa hacia la relación íntima entre literatura e ideas, pues en nuestra cultura las ideas tienden a deteriorarse en ideologías. Y por cierto, es apenas sorprendente que la crítica, en su celo por proteger la literatura y la vida de la tiranía del intelecto racional, comprenda mal la relación. 
Nos intriga saber que quieren decir René Wellek y Austin Warren cuando en su admirable Teory of Literatura (Teoría de la Literatura) dicen que la literatura solo puede hacer uso de las ideas cuando las ideas "dejan de ser ideas en el sentido ordinario de conceptos y se convierten en símbolos y aun en mitos". No estoy seguro de que el sentido ordinario de ideas realmente sea conceptos o, de cualquier modo, que conceptos de un carácter abstracto tales como éstos no despierten en nosotros sentimientos y actitudes. Y considero que cuando hablamos de la relación entre literatura e ideas, las ideas a que nos referimos no son las de las matemáticas y de la lógica simbólica, sino solo ideas tales como las que producen y tradicionalmente han producido los sentimientos: las ideas, por ejemplo, de la relación de los hombres entre si y con respecto al mundo. La simple declaración de un hecho psicológico por parte de un poeta nos devuelve a la sencillez apropiada en materia de ideas."Nuestros continuados influjos de sentimiento -dice Wordsworh- son modificados y dirigidos por nuestros pensamientos, que en verdad son los representantes de todos nuestros sentimientos pasados." La interacción entre emoción e idea es un hecho psicológico que haríamos bien en recordar, juntamente con la parte que corresponde al deseo, la imaginación y la voluntad tanto en la filosofía cuanto en la literatura. Los críticos que son celosos defensores de la autonomia poética prefieren olvidar el fundamento común a la emoción y al pensamiento; imaginan que las ideas solo son el producto de sistemas formales de filosofía, olvidando, por lo menos a propósito de su argumento, que los poetas también tienen su efecto sobre el mundo del pensamiento. El "espíritu de sutileza" ciertamente no ha de ser confundido con el "espíritu de geometría" *, pero a ninguno de los dos les ha de ser negado su poder de comprender y formular, que es lo que precisamente distinguió y designó Pascal al establecer estas dos cualidades de la mente.
Wellek y Warren nos dicen que "el artista se verá embarazado por demasiada ideología si se mantiene sin asimilarse".
Observamos la tautología de la afirmación -pues ¿qué otra cosa es "demasiada" ideología a no ser la ideología que no está asimilada?-, no porque deseemos tomar ventaja discutible sobre autores a quienes debemos sentirnos agradecidos, sino porque la tautología sugiere la incomodidad de la posición que defiende. Estamos hablando de arte, actividad que se define exactamente por sus poderes de asimilación y cuya esencia es la justa media de cualquiera de sus cualidades o elementos; por supuesto, en demasía o sin asimilar, la ideología "embarazará" al artista, pero lo mismo sucederá con el exceso de cualquier cosa, asi sea de metáforas; Coleridge nos dice que en un poema largo puede haber demasiada poesía. La cuestión teórica está siendo simplemente asumida, por una indebida preocupación acerca de la "pureza" de la literatura, acerca de su perfecta índole literaria.
Los autores de Theory of Literature por cierto tienen razón al investigar la “incomprensión intelectualista del arte” y la “confusión de las funciones del arte y de la filosofía”, también al indagar las faltas de los procedimientos eruditos que organizan las obras de arte de acuerdo con sus ideas y sus afinidades con los sistemas filosóficos. Sin embargo, en su propia exhibición, siempre ha habido un intercambio consciente entre el poeta y el filósofos, y no todos los poetas han sido violados por las ideas que los atrajeron. La metáfora sexual nos ha sido impuesta no sólo de manera explicita por Eliot, sino implícitamente por Wellek y Warren, quienes parecen pensar que las ideas son masculinas y groseras y que el arte es femenino y puro, y sólo permiten la unión de los dos sexos cuando las ideas abandonan su naturaleza masculina efectiva, y "cesan de ser ideas en el sentido ordinario, para convertirse en símbolos o aún en mitos". Naturalmente preguntamos: ¿símbolos de que, mitos sobre que? Ningún angustiado esfuerzo de la teoría estética puede hacer de las ideas de un Blake o un Lawrence otra cosa que aquello para lo que fueron concebidas: ideas que se relacionan con la acción y el juicio moral.
El temor de que la obra de arte no se contenga en si misma, el temor a que el lector haga referencia a algo que está mas allá de la obra misma, tiene su origen, como previamente lo sugerí, en una reacción contra un impulso anterior -que se remonta mas allá del siglo XIX- que mostraba que el arte puede ser justificadamente comparado con la actividad real de las disciplinas sitemáticas. Surge también delvigoroso deseo contemporáneo de establecer en un mundo de acción incansable la legitimidad de la contemplación, que ya no es conveniente asociar con los ejercicios de la religión sino que puede ser asociada con las experiencias del arte. Todos haremos bien en propiciar la causa de la contemplación, en insistir sobre el derecho a un remanso alejado de la acción constante. Pero no debemos forzar nuestra insistencia tratando al arte como si fuera una cosa unitaria, ni debemos hacer referencia solo al elemento "puramente" estético, exigiendo que cada obra de arte sirva a nuestra contemplación debido a su completa autonomía y a no tener relación alguna con la acción.  Sin duda, hay un volumen considerable de literatura, para el cual las ideas, con su tendencia a referirse a la acción, son extrañas e inapropiadas. Pero tambiénhay considerable literatura que desea dar las sensaciones y obtener las respuestas que son dadas y obtenidas por las ideas, y hace uso de las ideas con el propósito de alcanzar sus efectos, considerando que las ideas -como las personas, sentimientos, cosas y escenas- son elementos indispensables de la vida humana. Hay abundantes pruebas de que la estética sobre la que el crítico se apoya primodialmente, a menudo para el poeta mismo solo tiene una importancia secundaria.
Podemos conceder que la provincia de la poesía es una y la provincia del intelecto otra. Pero recordando la diferencia, aun debemos ver que los sistemas de ideas tienen una cualidad peculiar, que ciertas obras literarias ansían como su principal efecto, hasta podríamos decir su principal efecto estético. Dígase lo que se quiera como crítico o maestro que trata de defender la provincia del arte de la amenaza que en nuestro tiempo constituye la cortejada tendencia a precipitar todas las cosas hacia la monotonía ideológica, dígase lo que se quiera de los valores “puramente” literarios, puramente estéticos,  como lectores sabemos que requerimos ciertas virtudes de la literatura, que son las que definen a una obra de éxito del pensamiento sistemático. Deseamos que posea –al menos cuando le es apropiado, lo que en verdad resulta frecuente- la autoridad, consistencia, perfección, brillo y dureza (consistencia) del pensamiento sistemático. 
En los años recientes la crítica se ha preocupado por insistir en el carácter indirecto y simbólico del lenguaje poético. No pongo en duda que en buena medida el lenguaje de la poesía es indirecto y simbólico. Pero no sólo es esto. La poesía está mas cerca de la retórica de lo que estamos dispuestos a admitir actualmente; la sintaxis tiene un papel de mayor importancia de lo que concede la teoría corriente, y la retórica enlaza la poesía con el pensamiento racional, pues, como dijo Hegel, "la gramática, en su sentido amplio y sistemático -con lo que quiere decir la sintaxis-, es obra del pensamiento que en ella hace distintamente visibles sus categorías". Y los poetas actuales que mas nos impresionan, son aquellos que están mas atentos a la retórica, es decir, al contenido intelectual de su obra. ¿Y no es el contenido de su obra el simple efecto producido por la buena inteligencia convertida en poesía? Muchos de estos poetas -Yeats y el mismo Eliot se comunican con la mente con la mayor urgencia- han hecho grandes esfuerzos por desarrollar posiciones intelectuales consistentes juntamente y en consonancia con su obra poética.
El efecto estético de la consistencia intelectual, estoy convencido, no debe ser rebajado. Séame permitido dar un ejemplo de lo que vale. Hace poco mi mente se sintió atraída por dos afirmaciones de extensión y naturaleza dispares, si bien tenían términos relacionados. Una es de Yeats:

We had fed the heart on fantasies, 
The heart's grown brutal from the fare.
( "Hemos alimentado el corazón con fantasías,
y en razón del alimento el corazón se ha vuelto brutal.")

Dificíl me resulta explicar la fuerza de la afirmación. Por cierto, no reside en metáfora alguna, porque solo se percibe el tipo mas oscuro de metáfora. Tampoco reside en ninguna fuerza peculiar del verso.La afirmación tiene para mi el placer de la propiedad y consistencia, en parte comunicado por el contenido, en parte por la retórica. La otra afirmación es el breve y último libro de Freud, Esquema del psicoanálisis, que despierta en mi un placer por cierto distinto del que me producen los dos versos de Yeats, pero que es similar; es el placer de oír una voz vigorosa, decisiva, mesurada, expresando afirmaciones que puedo admitir. El placer que siento al responder a Freud me resulta muy difícil  de distinguir del placer que importa la respuesta a una obra de arte satisfactoria.
El asentimiento intelectual no es lo mismo que el acuerdo intelectual. Puede complacernos la literatura en lo que no estamos de acuerdo, respondiendo a la fuerza o la gracia de la mente sin admitir el acierto de su intención o conclusión ; puede complacernos por unaconsistencia  intelectual, sin que se relacione con un juicio final sobre la correción de lo que dice.

*http://www.filosofia.org/enc/fer/esprit.htm
*1 heurístico, ca.
2. f. Técnica de la indagación y del descubrimiento.
3. f. Busca o investigación de documentos o fuentes históricas.
4. f. En algunas ciencias, manera de buscar la solución de un problema mediante métodos no rigurosos, como por tanteo, reglas empíricas, etc.

                                                                                         nerina

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Crepúsculo incesante y candente lleno de espectros y sombras resentidas porque la tarde fue seducida por aquel desvanecimiento infame conducido a través del insondable amanecer..."