-Toma un poco de vino -dijo la muerte.
La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que té.
-No veo que haya vino -dijo.
-Es que no hay -contestó la muerte.
-¿Y por qué me dijo usted que había? -dijo.
-Nunca dije que hubiera sino que tomes -dijo la muerte.
-Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo- respondió la niña muy enojada.
-Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada -se disculpó la muerte.
La muñeca abrió los ojos.
Musa Enferma
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