Gracias Fiodor, por tu gran fuente de inspiración.
Corrí a casa de Aliocha. Vivía en la pequeña Moskaia. Aliocha ocupaba dos hermosas habitaciones. Sólo había ido yo una vez a visitarle. Ella, en cambio, había venido muchas veces a mi casa, sobre todo en los comienzos. Los borrachos traicionan algunas veces su pensamiento. Yo soy un ruso auténtico, me gusta abrir el corazón y opino que hay que saber aprovechar la ocasión y la vida. Aliocha me ha suplicado que no la abandone. Parecía una loca. Se había puesto un sombrero y un abrigo. Días más tarde me dijo que no sabía dónde quería ir ni qué hacer.
Experimentalo.
Musa Enferma.
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