Como pluma entre la galerna
libre, extasiada en el placer de encontrarme
Revolucionada como un árbol, desde las raíces hasta la copa
Absorta en el sosiego de las voluptuosidades más humanas
Embelesada ante la novedad de sentirme plena.
Con que apacibilidad me portaste al Olimpo
Con que melindrería apartaste de mi todo rastro de mortalidad
En tus manos soy eterna, sempiterna, perpetua e infinita.
Me entrego a tu merced, vulnerable cual ratón frente al naretón
Me rindo ante un perecer que no es muerte sino vida eterna
Despojame de mi aliento, llevate contigo la sangre de una esclava
Reventa mis venas, mi cofre desencriptado,
apoderate de mi baúl de sentimientos imprudentes y públicos
Quebranta, aniquila y violenta esta voluntad frágil que me envenena
acaba de poseerme y hurta esta terquedad
Esta tenacidad que me tulle revelar cuanto te venero.
Ophelia
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